NO PODEMOS OLVIDAR EL GENOCIDIO DE LOS 119 CIVILES INDEFENSOS, 45 NIÑOS ENTRE ELLOS, INCINERADOS DENTRO DE UNA IGLESIA EN BOJAYÁ, CHOCÓ, COLOMBIA POR LOS TERRORISTAS DEL CARTEL NARCO-MARXISTA FARC-EP.-
Bojayá, Chocó, Colombia. Mayo 2 de 2002.-
Desde el 7 de enero de 1999, se había instalado la mesa de negociación para el supuesto proceso de paz en San Vicente del Caguán a cuya ceremonia asistió el presidente Andrés Pastrana Arango pero no acude el capo de las FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez alias ‘Tirofijo’, argumentando razones de seguridad, pero después se conoció que no llegó a la cita porque su presencia allí "enviaría el mensaje equivocado de que la paz estaba cerca". Sin embargo, los secuestros y masacres continuaban como también el fortalecimiento militar y la consolidación del verdadero propósito de los terroristas, el negocio del narcotráfico que les permitía llevar una vida de sibarita en el extranjero.
El país se encontraba prácticamente sitiado y como en otros puntos de la geografía, la población de Bojayá había quedado sin fuerza pública desde el 26 de marzo de 2000, luego que 8 civiles, 3 militares y 24 policías murieran tras un ataque de los narcoterroristas “farianos” a esa localidad. Justamente, aquél jueves 2 de mayo de 2002, ante la inminencia de un nuevo ataque, los pobladores buscando cierta protección divina, se habían refugiado dentro de la iglesia.
Y en efecto… llegaron los narcoterroristas respirando odio y maldad…. ¡BOOOOMMMM….!!!! Lanzaron una pipeta de gas llena de explosivos reventando infernalmente la iglesia e incinerando a 119 lugareños, entre ellos 45 niños. Milagrosamente Karen Buenaños Mena, de 11 años, sobrevivió.
Sin palabras…
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